La resiliencia es un concepto que está muy de moda en estos días, hay decenas de libros que lo tratan, pero ¿sabemos lo que significa?.
El término viene de la Física, donde hace referencia a la capacidad que tienen los metales, sobre todo el hierro, de mantener su forma a pesar de los golpes. Ha sido adaptado a varias disciplinas, entre ellas la Psicología, y en este ámbito se refiere a la capacidad que tienen algunas personas de mantener su salud mental (su forma) a pesar de los traumas que experimenten en su vida (lo que sería equivalente a los golpes que recibe el hierro).
Las personas resilientes no sólo superan las dificultades de la vida, sino que salen fortalecidas de ellas. Hay casos muy reconocidos, como son Boris Cyrulnik y Viktor Frankl, supervivientes del Holocausto. Boris Cyrulnik después de aquel trauma se hizo neuropsiquiatra y dedicó su vida sobre todo al tratamiento de niños traumatizados. Ha escrito numerosos libros al respecto como “La maravilla del dolor” o “Los patitos feos”, donde destaca la importancia de la sociedad, del grupo que rodea a la persona, para facilitar su resiliencia después del trauma.
Viktor Frankl, también neuropsiquiatra, después de estar en los campos de concentración nazis y de que su mujer y sus padres murieran en ellos, escribió “El hombre en busca de sentido”, donde expresa su idea de que siempre hay una razón para vivir a pesar de las circunstancias.
Una metáfora que leí en el libro “La resiliencia”, de Anna Forés y Jordi Grané, explica muy bien la idea de fortalecerse, de cambiar a mejor, con las dificultades de la vida. Se narra una historia en la que un padre se encuentra cocinando y haciendo café cuando llega su hija a contarle su “gran problema”; el padre no dice nada y pone a hervir una zanahoria y un huevo. La hija enojada le dice: “¿Pero papá, es que no vas a decirme nada, o es que ni me estas escuchando?”. Entonces el padre saca la zanahoria y el huevo ya cocidos, sirve una taza de café y le pregunta: “¿te acuerdas de como eran la zanahoria y el huevo antes de hervirlos? El agua caliente ha vuelto blanda a la zanahoria y duro al huevo, ¿pero qué ha hecho el café? No sólo no ha perdido su esencia (el café molido), sino que ha transformado el medio que le rodea, el agua caliente. ¿Qué quieres ser tú, zanahoria, huevo o café…?”
La resiliencia es una habilidad y como tal se puede trabajar desde pequeños. Si eres padre, deja que tu hijo se caiga y que él mismo se levante; deja que se equivoque y resuelva él solo sus problemas; deja que se frustre cuando no le salga algo, guíale, dale consejo, pero nunca “se lo hagas”; no acudas corriendo a resolverle cualquier situación, porque eso no le ayudará a ser resiliente.
En la vida siempre habrá adversidades, experiencias vitales importantes, como la pérdida de un familiar o un accidente; la mayoría serán pequeños contratiempos como un suspenso, un despido o problemas de pareja… Si aprendemos a manejar estas situaciones y ver qué podemos hacer cada uno para cambiarlas, entonces podremos sobrellevar todas las vicisitudes de la vida.
Me gustaría terminar citando un experimento de Philippa Foot muy versionado sobre un dilema moral. En él hay un tren desbocado y la vía por la que va se bifurca en dos, en un lado arroyaría a 5 desconocidos y en el otro a un solo familiar querido. ¿Por dónde desviarías el tren? Te dejo que lo pienses bien unos segundos…
Si antes de contestar una de las dos vías, te has parado a pensar en una tercera opción, entonces estás en camino de ser una personas resiliente. Siempre hay una tercera opción, en la vida las cosas casi nunca son binarias, blancas o negras, solo tienes que buscar las demás opciones.