Neurociencia: el 'gran error de Fringe'

Neurociencia: el 'gran error de Fringe'

Iba a comenzar en esta entrada a hablar de Neurociencia incluyendo una imagen de un cerebro y dónde se han encontrado las diferentes funciones cognitivas (percepción, memoria, control motor, etc.). Pero pensé, después de ver un capítulo de la serie Fringe (donde siempre andan cortando partes de cerebro y diciendo que le han quitado a la persona tal cosa o cual otra), que ésto daría pie a reforzar la denominada hipótesis localizacionista: una zona concreta del cerebro = 1 función, cosa que no deseo.

Aunque quizá sea apresurado decir que “Fringe se equivoca”… En este vídeo que acompaña al comienzo de la serie se puede ver cómo lo que sin duda aparecía imposible en los años 50 (los avances que aparecen arriba a la derecha en el video: nanotecnología, computadoras personales, realidad virtual…) hoy en día no lo es tanto… :)

Empecemos dando una breve visión general de qué es la Neurociencia Cognitiva, su historia, su metodología… y por qué esta hipótesis tan popular no es correcta.

¿Qué es la Neurociencia cognitiva?

La Biopsicología o Neurociencia del Comportamiento se divide usualmente en Psicología Fisiológica y Comparada, Psicofarmacología, Neuropsicología, Psicofisiología y Neurociencia Cognitiva. La Neurociencia Cognitiva es una joven subdisciplina científica que estudia las bases neuronales de la cognición. El término fue acuñado por el neurocientífico Michael Gazzaniga y por el psicólogo cognitivo George A. Miller en los 70. Esta disciplina se nutre de la interacción de tres disciplinas científicas: la Neurociencia, la Psicología Cognitiva y las Ciencias de la Computación (especialmente la Inteligencia Artificial).

Componentes de la Neurociencia

En esta disciplina ha habido diversos enfoques al respecto de la localización de las funciones cerebrales, desde que en el siglo XIX se enfrentaran dos visiones del funcionamiento cerebral: la localizacionista y la holística.

Visión locacionista vs. visión holística

La visión localizacionista se inició con la Frenología (Gall y Spurzheim) en el XIX, desde la idea especulativa de que las facultades mentales se localizaban en zonas especificas e independientes. Los frenólogos decían predecir la personalidad, el carácter y las capacidades de las personas por los bultos craneales. Esto es como decir “a mayor cabeza mas inteligencia” (por cierto, cantidad de cabezones que conozco que no son precisamente inteligentes, y viceversa…).

Al respecto, quería apuntar aquí la idea de cómo ha evolucionado el tamaño craneal: nuestros encéfalos fueron aumentando de tamaño hasta hace aproximadamente 9000 años, coincidiendo con el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Pero a partir de ese punto no sólo no siguieron aumentando sino que disminuyeron levemente, hasta la actualidad, lo cual es otro motivo para creer que, hablando de cerebros, el tamaño no es tan importante.

A favor de la hipótesis locacionista están los trabajos de Broca y Wernicke (hay dos zonas del cerebro dedicadas al lenguaje que llevan sus nombres): si se lesiona Wernicke, se produce afasia de comprensión y si se lesiona Broca, de expresión. Por su parte, la corteza motora se encontró a través de los trabajos de Fritsch y Hitzig, mediante estimulación eléctrica en perros y los de Jackson con los ataques epilépticos. La observacion de los pacientes dañados llevo a Von Monakow al concepto de diasquisis, ya que el hecho de que una lesión altere una función no quiere decir que ahí tenga lugar ésta, sino que pueden haberse afectado diferentes zonas. De aquí se evolucionó a una idea de un funcionamiento global integrado de regiones especializadas interconectadas entre sí. La concepción modular de la organización funcional de la corteza cerebral parte de los estudios de Mountcastle en la corteza somestésica y de Hubel y Wiesel en la visual.

En contra de la localizacionista surgió la visión holística o globalista a partir de los trabajos de Flourens, que lesionó animales para intentar encontrar deficits conductuales específicos. Lashley ya en el siglo XX, siguiéndole en su “escarnio cerebral”, produjo diferentes lesiones cerebrales en ratas para ver qué resultados producía en el aprendizaje de diferentes tareas. Al no encontrar diferencias al acabar lesionando todo el cerebro, concluyó que ninguna región era imprescindible y que los efectos dependían mas de la magnitud, elaborando dos principios básicos: equipotencialidad y acción de masas.

Actualmente la integración de las dos visiones es que ninguna función compleja (como la memoria, la percepción, etc…) tiene una ubicación concreta en el cerebro. No obstante los procesos simples en los que éstas se descomponen sí pueden tener una cierta localización en regiones altamente especializadas (éste era el propósito inicial de mi post, pero lo abordaremos en futuras entradas).

Bueno pues con estas ideas creo que he contado más o menos lo que quería para este primer post, pero evidentemente me dejo muchas en el tintero, ya que tanto la disciplina de la Neurociencia cognitiva como todas las ramas neurocientíficas son muy extensas. Me encantará hablar de ellas en futura entradas.