El duelo. Aceptar que la muerte es parte de la vida

El duelo. Aceptar que la muerte es parte de la vida

Todos vamos a morir, aunque parezca catastrófico es así. Nuestro cerebro trata de mil maneras diferentes de huir de esta idea. Cuando pasa algo malo les pasa a lo demás, ¿pero a mí no? Buscamos explicaciones para confirmar esta idea y nos negamos a aceptar la mera idea de perder a un ser querido.

María se sienta en la mesa de la cocina después de ponerle una taza de café a su marido, ha preparado tostadas y se prepara para leer la sesión de sociedad que Antonio separa del periódico cada mañana para ella. De repente la cocina se vuelve gris y la mujer que antes sonreía, se congela, le tiemblan las manos y se da cuenta que el periódico no está en la mesa y Su Antonio tampoco, y ya nunca lo estará… hace más de 6 meses que le dio un infarto pero María se niega a aceptar que su marido ha muerto y ya no volverá. Lo ve en cada rincón de la casa, recuerda cada momento que vivieron juntos… ”Llevábamos toda la vida juntos, nunca nos separamos, ocurrió tan de repente… ¡Cómo no voy a sentirlo todavía! él sigue aquí… conmigo…”

El duelo patológico

Esta persona totalmente imaginaria sufriría lo que los psicólogos llamamos duelo patológico o crónico; estas personas activan el Núcleo Acumbens (área de recompensa del cerebro) cuando recuerdan a sus fallecidos. Según las investigaciones de Fiona Maccalum y Richard Bryant de la Universidad de Nueva Gales, los recuerdos se resisten a la evitación por despertar a la vez dolor y sentimientos positivos; estos recuerdos suelen estar ligados a rasgos identitarios del ser querido, uniéndose fuertemente a la persona, siendo los recuerdos muy vívidos. Una forma de tratar el duelo patológico consiste en grabar el relato de la muerte, contado por el mismo paciente y oírlo varias veces después. Estas personas rehuyen la muerte del difunto y tienden a revivir sólo los momentos felices constantemente.

Cuando pensamos en la muerte no sólo se tambalea nuestro mundo emocional, sino todas nuestras creencias sobre la vida. Cuando un atracador escapa de la policía y una bala perdida mata a una niña que estaba jugando en la calle, escapa a la razón porque no encaja con nuestras creencias: “las cosas malas le pasan a las personas malas, es el Karma, Dios lo ha querido así, solo las personas mayores mueren, yo moriré antes que mis hijos, le ocurrió porque lo merecía, sólo de noche y en un barrio peligroso pasan cosas malas, en la seguridad de tu casa no te puede pasar nada…” Mil y una ideas para asegurarnos que la muerte les llega a los demás pero no a nosotros… Cuánto más tardes en aceptar que vas a morir como todo el mundo, más largos y costosos serán tus duelos.

No hay una forma «correcta» de cómo llorar la muerte

Todos habréis oído que hay una “etapas del duelo”, pero como dice Bonanno George, psicólogo de la Universidad de Columbia en Nueva York “no existen unas reglas establecidas sobre cómo debería transcurrir un duelo sano”. No hay una forma “correcta” de cómo llorar la muerte: hay diferentes tipos de duelos todos perfectamente normales y útiles para la reestructuración de la persona y su nueva realidad.

Pasaremos por momentos de negación (casi seguro), ira, tristeza… nos podremos sentir culpables (por qué no hice ésto o aquello…), castigados (¡por qué a mi!), engañados (no puede ser, no me lo creo, esto no está pasando,…) y mil emociones más, en diferente orden e intensidad, volveremos a enojarnos a entristecernos, pero tarde o temprano lo aceptaremos porque es la realidad… él o ella ya no están… y yo tengo que vivir con su recuerdo, con la idea de que sigue vivo sólo dentro de mi.

Pasarás por momentos en los que necesitarás controlarlo todo, porque nos negamos a no poder controlar lo incontrolable… la muerte. En cada aniversario de cumpleaños, de bodas, de fallecimiento… te acordarás (te des cuenta o no), revivirás momentos especiales, pero lo ideal será que los vivas desde la aceptación y el amor, y no del sufrimiento, la ira o el dolor.

Hablar con los niños de manera natural

En los tiempos en los que vivimos, donde se produce una negación de la muerte y rechazo al duelo, hablar con los niños de una manera natural sobre el tema se vuelve esencial. No ocultes a los niños la muerte, enséñales cómo se produce un duelo sano, deja que se despidan (si pueden), llora delante de ellos (la pérdida es triste), habla con ellos, que vean los rituales propios de tu religión o tu sociedad… para que cuando crezcan afronten lo que con seguridad se va a producir: la muerte de alguien cercano.

La sociedad actual nos complica la aceptación de este hecho, cuando un pariente enferma se queda en el hospital, donde normalmente se restringe la entrada. La mayoría de las veces nos enteramos con una llamada de teléfono, fría y sin sentido, cuando ha habido un accidente o una catástrofe. No estar con la persona, no poder despedirte, no vivir el duelo como te dé la gana (no hagas esto o aquello porque no está bien visto, no seas débil, supéralo, a él o ella no le gustaría verte así,…). ¿A qué precio camuflamos nuestro dolor? Nos hacen pensar que la vida es fuerza y la muerte debilidad, cuando no hay mayor fortaleza que afrontar la muerte de un ser querido.

Técnicas para aceptar la pérdida

Hagas lo que hagas la pena irá contigo, salgas o te quedes en casa, hagas lo que te digan o lo que se supone que tienes que hacer… así que haz lo que sientas hasta que el duelo te permita aceptarlo; tardes un mes, un año o toda la vida, no dejes que te digan qué es lo normal o qué no lo es, si sientes que se vuelve patológico y te dificulta mucho el día a día, entonces habla con un profesional; hay técnicas que te ayudan a pasarlo y aceptar la pérdida, no harán que dejes de estar triste o de recordarle, pero podrás seguir con tu nueva vida, a lo mejor con el tiempo encontrarás momentos de felicidad y volverás a vivir la vida.

Cuanto antes aceptemos que la muerte es parte de la vida y que todos vamos a morir… más cortos y con menos sufrimiento serán nuestros duelos. El aceptar que la muerte va a llegar algún día, nos permite disfrutar de la vida, no perder el tiempo en momentos que no lo merecen y sobre todo aprovechar cada segundo que pasamos con los nuestros. Celebra la vida y espera con tranquilidad la muerte.


Al poco de terminar este artículo (el 23 de febrero del 2020, después de un mes leyendo sobre la muerte y escribiendo notas, por fin acabo el artículo pero no lo envío a redacción porque tengo que revisarlo primero…) a las 6 de la mañana recibo un mensaje de texto: un tío carnal muy querido, maravilloso y alegre acaba de sufrir un infarto… me gustaría dedicárselo y que sirva de consuelo a todos los que le quisieron y a todos los que han perdido a un ser querido. No se me ocurre mayor ejemplo de persona que disfrutara la vida al 100%. Siento mucho no haberme podido despedir de ti en persona, pero lo hago ahora por escrito: “estés donde estés tío, un beso enorme”.


PD. Este artículo fue publicado primero en el Proyecto Crece, iniciativa liderada por El Diario Montañes, con la que colaboro.